La segunda generación de este todoterreno presentaba al igual que su antecesora, cinco puertas; pero un nuevo motor que otorgaba mayor potencia y era más suave al manejo, además de ser más lujoso, con un chasis más fuerte e incorporaba anti bloqueo de frenos. En el 2000 la marca bávara vendió Land Rover a la empresa estadounidense Ford Motor Company por US$ 2700 millones, lo cual conllevó a que la segunda generación dejara de producirse en el 2001.